viernes, 13 de agosto de 2021

LA LUCHA CON EL DIABLO (MANDINGA).


Espíritus (en el mundo de la materia). Novela.


(extracto de la novela Espíritus (en el mundo de la materia). Capítulo III: 

La lucha con el diablo (mandinga)

...

Fue por esos días que estuvo sin trabajo, cuando sucedió lo de César. Su enfermedad lo preocupaba. Arrastraba el dolor secreto de no tener a Tebita, para estar todos juntos en esta nueva familia. Como una forma de compensar, le había regalado un burro blanco, que había comprado medio fiado a un paisano del valle. Tebita seguía con su tía Paula y corría carreras por las calles hacía el río.Esa misma noche luego de tomarse unos vinos, sa-lió a buscar al viejo chamán. No quería que nadie lo acompañara. Tenía el mapa en su cabeza para cruzar el río de Lerma en la parte baja y llegar detrás de la quebrada al amanecer. Su viaje duró dos días, donde apenas paró unas horas, para masticar coca, sentado bajo un árbol tupido. 

Cuando cruzaba la segunda noche, su caballo se de-tuvo y comenzó con un relincho largo en medio de una pampa vacía. Quería apurarlo, pero el animal le corcoveaba y se tiraba para atrás. Era como si encontrara algo en esa oscuridad que Zacarías no podía ver. Asentó su mano sobre el cuchillo y tiro de las riendas, pero el caballo no avanzaba. Un movimiento con un sonido cercano de pisadas fue lo primero que escuchó, de lo otro solo sintió un planchazo en la cara primero y luego en la espalda. Bajó como pudo y con el cuchillo en mano, agarró su poncho para revolearlo a esa sombra que largaba una carcajada. Le parecía que se movía en círculos cuando sintió un olor a azufre. Subió al caballo para retroceder y este se paró en dos piernas. Solo se escuchaba un viento como yéndose a lo lejos en torbellino.

Al mediodía estaba llegando. No sabía si este chamán hablaba en cristiano, como decían, o tal vez en algún dialecto que no conocía de los indios. Ya le habían avisado que lo iban a buscar, así que lo esperaba desde hace tiempo. Este chamán tenía la cabeza y la barba blanca. Era alto y le recordaba a su propio abuelo Pedro, que era flaco y huesudo. 

Le preguntó cuando venían para el pueblo, qué era lo que había asustado al caballo en esa pampa. A lo que el chamán solo le respondió que era la hora en que Mandinga salía a buscar a los otros diablos. Si reía, era porque andaba divertido: ya debería tener a quienes debía pasar a buscar, agregó. Como Zacarías no entendía lo que le estaba contando, le seguía preguntando. Es simple- le dijo- Mandinga tiene en el mundo a quienes hicieron un pacto con él y lo siguen, estos deben entregarle gente como si fuera un sacrificio de humanos. El nunca necesitó trabajar. Muchos de los que pactaron con el diablo son esos ricachones, políticos enfermos de poder, militares, empresarios que tienen que seguir entregando gente como ofrendas: así es como los llevan a la guerra, los explotan, los esclavizan, los enloquecen, pero ellos nunca se manchan. Todo lo que faltaba para volver lo hicieron en silencio. Zacarías después de lo que le dijo, quedó mudo, solo pensaba en sus hijos y en Esperanza.

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