viernes, 9 de diciembre de 2022

Un cuento bradburyano

Como había sido un éxito el Campeonato Intergaláctico Universal de Fútbol, ahora iban a jugarlo en un nuevo planeta que había descubierto. Tenía todas las garantías para las inversiones, y las empresas, junto a sus ejércitos ponían la seguridad para el campeonato de fútbol. Los estudios sobre las ganancias que iban a dejar solo circulaban entre las empresas inversoras (el balance billonario nunca se mostraba). Las primeras empresas transgalácticas, eran las que habían puesto mayor capital, en oxigenar ese planeta con plantas que adaptaron, como lo habían hecho en Marte hace una decena de años; donde luego transportaron a todos esos grupos de ejecutivos y sus familias, más todo el equipo cibernético y nuevas naves.

Pocos iban quedando en la Tierra. Toda esa inmensa población ya estaba distribuida en otros planetas del sistema solar, acorde a sus niveles de producción. Pero lo que más le interesaba a esas empresas  y sus cuerpos militares de seguridad  (aparte de invertir en el Fútbol de Galaxias)  era la energía: el combustible de donde sacar para mantener ese inmenso aparato de máquinas y armas que habían expandido por el sistema solar, que querían seguir expandiendo. A las masas había que tenerlas entretenidas entre el espectáculo y el deporte. Invertir en nuevos planetas era mostrar como la técnica y la ciencia trabajaba para la creación de nuevas ciudades, estadios de fútbol, donde antes había solo desiertos y no existía el oxígeno y el agua. 

Carlos Liendro